La reducción fenomenológica desarrollada en la sección segunda de Ideas I, al suspender el carácter tético de la actitud natural, donde se considera el mundo como trascendencia, permite acceder a la correlación noético-noemática, en la cual es “reconducida”[1] la mirada con el fin de analizar la estructura de la conciencia pura dadora de sentido junto a sus componentes real-inmanentes (reell), y por otra parte, su correlato noemático, considerado ahora como el objeto “percibido en cuanto tal” constituido en la inmanencia. El tema que dirige el siguiente trabajo, es el del tratamiento de la correlación nóesis-nóema y su repercusión en el análisis fenomenológico de la percepción esbozado en la obra mencionada. Nos serviremos de un valiosísimo artículo del profesor argentino Luis Román Rabanaque de nombre “Cuestiones en torno al nóema”, el cual por su claridad y profundidad, pese a su no muy vasta extensión, expone de manera concisa los principales elementos a considerar en el estudio de la correlación nóesis-nóema desarrollados por Husserl en el primer tomo de Ideas. El fin que buscamos precisamente, es el de clarificar la lectura de esta obra, por lo tanto, no me concentraré en criticar la interpretación hecha por tan respetable profesor, intentaré sin embargo, ser claro y conciso en el curso de esta exposición.
Sabemos
que a partir de 1913, en la edición de su obra Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica,
Husserl profundiza y extiende sus consideraciones filosóficas, desarrollando y
dotando a su fenomenología del método fundamental que le da inicio. En efecto,
la epojé fenomenológica abre el campo
de estudio fenomenológico, permitiendo señalar el paralelismo primordial entre
el mundo y la conciencia de mundo. Al comienzo de esta obra, Husserl parte
haciendo una descripción no fenomenológica del mundo, es decir, tal como es
considerado en la actitud natural ingenua; como el mundo de nuestra vida
cotidiana, el cual sirve de base para la proyección de todos nuestros puntos de
vista, valoraciones y tendencias; en el cual se encuentran otras personas,
animales, plantas y objetos de toda clase; un mundo, finalmente, articulado por
estructuras de sentido en el cual creemos
de manera incuestionable. La reducción fenomenológica, como dijimos, permite al
fenomenólogo considerar ahora la trascendencia del mundo como constituida en la
inmanencia de la conciencia pura, analizando las estructuras esenciales por las
que es posible este proceso. En la sección tercera de esta obra, comienza
Husserl a deslindar la descripción de los actos llevados a cabo por la
conciencia pura.
En
efecto, la sección está dedicada a desarrollar lo que Husserl denominó como: el
a priori universal de la correlación
noético-noemática, vale decir, el paralelismo esencial de toda vivencia
intencional. Es preciso distinguir por separado los dos miembros de esta relación.
El “Nóema” señala Rabanaque[2],
es el nombre que Husserl le da a la objetividad reducida, la cual señalamos, es
rotulada de esta manera luego de haber sido practicada la epojé. En ella, Husserl distingue los componentes real-inmanentes (reell) de las vivencias y sus correlatos
intencionales. De modo que los componentes reell
corresponden a lo que Husserl en la tercera investigación lógica llamó “pedazos
y momentos”, es decir, partes independientes y no-independientes de un todo
sintético (aquí la vivencia intencional) y que se encuentran en todo acto; y
por otro lado, están los momentos noéticos,
cuya función se caracteriza por encerrar un sentido. Otros componentes
real-inmanentes corresponden a la materia o “datos hyléticos” de la sensación,
los cuales exhiben (darstellen)
escorsivamente el objeto junto a sus determinaciones (texturas, colores,
formas, luminosidad, tamaño, etc.) pero que no
son el objeto, es decir, no se identifican con él. Esto es difícil de
comprender, pues las determinaciones objetivas mencionadas no están en el
sujeto sino en el objeto, y sin embargo Husserl sostiene que ellas pertenecen
al escorzo hylético correspondiente a la vivencia; el objeto es percibido pero
no vivido. Por otro lado, se encuentran componentes que no son real-inmanentes
los cuales comprenden el sentido. El Nóema es el correlato de la “Nóesis”, vale
decir, las vivencias dadoras de sentido; las aprehensiones objetivantes,
animadoras de los datos hyléticos. De esta manera, se puede concebir una
variedad múltiple de actos noéticos (juzgar, recordar, desear, etc.) frente a
la identidad sintética del objeto que es mentado en las nóesis. Husserl señala
que:
Dondequiera
responde a los múltiples datos de los ingredientes, del contenido noético, una
multiplicidad de de datos comprobables en una intuición realmente pura e
integrantes de un correlativo “contenido
noemático”, o más brevemente, de un “nóema”
–términos que desde ahora usaremos constantemente.[3]
El
mismo Rabanaque señala que esta distinción entre material hylético y forma noética
se puede traducir en el esquema bosquejado en las Investigaciones lógicas, a saber, el esquema de aprehensión y
contenido de sensación. De manera que el objeto se constituye,
trascendentalmente, a través de las operaciones noéticas, sobre la base del
material hylético; a éste corresponde un rol funcional constitutivo en la
vivencia. No obstante, no es intencional, más bien contrasta con el nóema en la
medida que tiene el carácter de ser real-inmanente, y por otro lado, con la
nóesis, la cual intencionalmente da forma y anima la hyle. De esta manera se
constituye la “nóesis completa” junto a sus correlatos como “nóema completo”. Rabanaque
ordena estas ideas del siguiente modo:
1. La
nóesis engloba la totalidad de componentes real-inmanentes, el nóema, la
totalidad de componentes irreales, ideales. Los primeros se hayan sujetos a la
temporalidad interna; los segundos son independientes del tiempo.
2. Los momentos noéticos en sentido amplio son
unidades constituyentes, los momentos noemáticos correlativos son unidades
constituidas. […] Lo constituido es aquello que permanece, lo que se mantiene
en identidad frente a la fugacidad, frente a lo pasajero de las vivencias.[4]
Dada esta
distinción fundamental es posible, según Husserl, diferenciar el objeto
percibido de la percepción, el objeto recordado del recuerdo, el deseado del
deseo, etcétera.
Por
otra parte, y esto es fuente de discusiones entre los especialistas, el nóema
está íntimamente articulado con el componente noético; es decir, es poseedor de
un núcleo de sentido y de un carácter de ser, en tanto protodoxa o tesis que
sostiene la diversidad de vivencias noéticas. Por su parte, el núcleo es el
portador del sentido; a este corresponde
lo que Husserl denomina como la X vacía junto a sus determinaciones en tanto
que es el objeto de la vivencia, y, finalmente, el sentido, entendido en la medida que es llevado a plenitud como
correlato de los datos hyléticos. Entre ambos miembros de la correlación hay
una articulación necesaria; no hay nóesis sin su nóema y no hay nóema sin su
nóesis correspondiente. Más adelante, intentaré mostrar detenidamente estas
consideraciones.
Mencionábamos
arriba, que la percepción, como todo acto, posee su nóema, vale decir, su sentido perceptivo, o como Husserl
denomina “lo percibido en cuanto tal”. Aquí en efecto, entra en juego una nueva
distinción, y es la de contrastar la percepción tal como se da en la actitud
natural, vale decir, en que el objeto es concebido como algo existente en el
espacio-tiempo de manera independiente al sujeto, y la percepción, como una
operación o estado psíquico propio de toda persona. Husserl señala que entre ambas
hay nexos reales: “El sentido perceptivo es inherente, como se comprende de
suyo, también a la percepción no
reducida fenomenológicamente (a la percepción en el sentido de la psicología)[5]. El
ejemplo clásico de Husserl en Ideas,
es el de imaginar la percepción de un “manzano en flor”; la percepción en
sentido natural considera este objeto como algo que permanece ahí en el mismo lugar, pese al paso del
tiempo, que puede ser recorrido una y otra vez, y que permanece como siendo él
mismo si es que no se presenta algo que altere ese estado. Sin embargo, una vez
ejecutada la epojé el modo natural de
concebir el objeto percibido queda puesto entre paréntesis, y no obstante dice
Husserl “todo ha quedado como antes”, la práctica de la epojé ha permitido sin embargo, aprehender el objeto tal como se da
inmanentemente en la percepción. Esta “modificación radical”, en efecto, hace
posible concebir lo dado en la percepción como una vivencia pura, en cuanto naturaleza eidética. No se puede dejar de
ilustrar esto con el muy citado párrafo de Ideas
que nos dice:
“En”
la percepción reducida (en la vivencia fenomenológicamente pura) encontramos,
como imborrablemente inherente a su esencia, lo percibido en cuanto tal,
expresable como “cosa material”, “planta”, “árbol”, “en flor”, etc. […] El árbol pura y simplemente, la cosa de
la naturaleza, es todo menos esto percibido, el árbol, en cuanto tal,
que es inherente como sentido perceptivo a la percepción, y lo es
inseparablemente. El árbol pura y simplemente puede arder, descomponerse en sus
elementos químicos, etc. Pero el sentido –el sentido de esta percepción, algo necesariamente inherente a su esencia- no
puede arder, no tiene elementos químicos, ni fuerzas, ni propiedades reales en
sentido estricto.[6]
El
carácter de idealidad del nóema, consiste por un lado en que si bien no es un
componente real-inmanente de la vivencia, es por otro aquello que permanece
idéntico en el tiempo interno de la corriente de vivencias. Se produce aquí una
separación entre la realidad determinada por la legalidad natural (el árbol que
se quema) y el ámbito del sentido, cuya idealidad no puede ser determinada por
leyes naturales. Esto se precisará más, en la medida que se comprenda ahora la
noción de núcleo noemático y se vayan destacando otros aspectos fundamentales
de la percepción en la descripción noemática del mundo vivido.
Hasta
ahora, el análisis noemático que someramente se ha mostrado, se encuentra en el
ámbito de la percepción externa. Sin embargo, es importante señalar que estas
consideraciones se extienden mutatis
mutandis a todas las vivencias intencionales. Es decir, poseen la misma
estructura; en ellas se da la correlación noético-noemática, y en lo que
respecta al nóema, éste se articula como un sistema de niveles o estratos que
envuelven el núcleo central de sentido. De manera que es necesario establecer
una distinción entre: los actos simples que derivan de la percepción externa,
tales como el recuerdo, la imaginación o la presentificación. En segundo lugar,
los diferentes grados de atención que se dan en las vivencias. Tercero, las
variadas formas noéticas que se posicionan una sobre otra en una unidad
sintética, y por otra parte, los diversos noémata
que se sedimentan en torno al núcleo de sentido. Así, estas modalidades
noético-noemáticas definen correlativamente, el cómo se da el objeto en la vivencia, vale decir su cualidad de acto. Y en cuarto lugar,
esta distinción se relaciona con los actos del lenguaje, el cual hace posible
la expresión de las demás vivencias mediante conceptos, pues, todo aquello que
es mentado en sentido noemático es susceptible de ser expresado por medio de
significaciones noemáticas. Rabanaque señala aquí que, si bien, sentido y
significado suelen concebirse como sinónimos, es necesario reservar el segundo
para el ámbito de la lógica y del lenguaje, mientras que el sentido posee un carácter más amplio, en
la medida que es el núcleo noemático de toda vivencia, sea lingüística o no.
Es
preciso ahora, tratar sucintamente la estructura del núcleo noemático y la
noción más arriba mencionada como la idea del
sentido en tanto X vacía. Si bien, el nóema es concebido como la unidad
ideal sintética que permanece idéntica frente a las fluctuaciones de la nóesis
y sus correlatos hyléticos, cabe agregar además que el asunto no se reduce
únicamente a este esquema. Hemos señalado en efecto, que el nóema no está
constituido solamente por el sentido, sino que en él se encuentran además
sedimentadas otras capas que lo envuelven y lo muestran como el núcleo. No
obstante, el sentido se puede caracterizar según las dos perspectivas de la
correlación; como “contrapolo” de las múltiples vivencias noéticas, vale decir,
el cómo es representado el objeto, y
por otra parte, como unidad de las multiplicidades noemáticas, es decir, de las
maneras de cómo el objeto se muestra.
Dentro de la diversidad presente, el sentido permanece invariable, frente a los
correlatos que fluctúan en el tiempo. Aquí, Rabanaque articula estas nuevas
consideraciones de Husserl con el esquema “materia y cualidad del acto” de las Investigaciones lógicas. En efecto, es
notable el puente que traza aquí el profesor argentino, pues ilumina un momento
de continuidad entre las Investigaciones
y el primer tomo de Ideas, usando
como hilo conductor la noción de materia intencional y el objeto. En las
investigaciones, Husserl sostenía que en la esencia intencional de toda
vivencia se encuentran estos dos elementos, los cuales determinan el conjunto
de propiedades o características con que se aprehende el material de sensación;
esto se articula con el otro componente esencial de la intencionalidad que es
la cualidad. Esta cumple la función
de establecer si el sentido es intencionalmente ponente o no-ponente. Materia y
cualidad corresponden al correlato esencial de la intencionalidad: […] la
cualidad, que caracteriza al acto, por ejemplo, como representación o juicio, y
la materia, que le presta la determinada dirección a un objeto, que hace, por
ejemplo, que la representación represente esta cosa y no otra.[7] De
esta manera entonces, es posible entender, según Rabanaque, que la materia ya
no corresponde únicamente a una propiedad subjetiva del acto, sino también a
las determinaciones del objeto en cuanto objeto, es decir, en cuanto
intencionado. Recordemos que en las investigaciones, la materia es comprendida
según dos modalidades; primero como la dirección a objeto, que exhibe el
conjunto de notas que hacen del él este objeto y no otro; y segundo, el objeto tal como es intencionado del objeto que es intencionado. Trasportando esto
al plano noemático, esta distinción se comprende como el sentido, en tanto
conjunto de determinaciones, y la misteriosa “X vacía”, es decir, del objeto en
cuanto tal. En consecuencia, todo nóema posee un sentido, sentido que es el
medio con que se refiere a su objeto específico.
Y
advierte (Husserl) inmediatamente, que la relación contenido-objeto puede
entenderse de dos maneras, que conviene distinguir para evitar equívocos, y a
las que aludimos más arriba: a) por un lado, indica la referencia de la
conciencia (contenido como vivencia intencional) a su objeto (correlato
noemático); b) por otro, determina la relación entre los sentidos noemáticos y
el objeto en sentido estricto dentro del nóema mismo.[8]
De
acuerdo a lo ya plantado, no es únicamente la conciencia la que se refiere a un
objeto, sino que también, el nóema está relacionado con el objeto mediante sus contenidos. El objeto por su parte, se concibe como el “portador” de las
características noemáticas, vale decir, de lo intencionado “en cuanto tal”. De
modo que es posible como hemos señalado, separar los caracteres subjetivos o
noéticos de los dos modos en que se comprende el objeto; el objeto tal y como
es intencionado y el objeto que es intencionado. El objeto, de acuerdo a esto,
es definido por Husserl “en el cómo de sus determinaciones”; no obstante, es
patente que la percepción posee un carácter limitado por su unilateralidad, es
decir, al observar el árbol en flor citado por Husserl, comprobamos que es imposible
que en la vivencia se presenten al mismo tiempo todas sus determinaciones. El
carácter esencial de la percepción, en efecto, es que presenta el objeto de
manera escorzada, por caras, no visibles todas a la vez. Todas aquellas
determinaciones y caras no visibles entran en el campo de las intuiciones
vacías, presentificadas, comentadas, o dicho de otro modo, se dirigen a ellas
intenciones significativas vacías, carentes de plenitud intuitiva. En
consecuencia, el nóema posee un conjunto de características predicables de
índole formal o material determinado y no-determinado, los cuales conforman un
“horizonte de determinaciones” que permite concebir el objeto no como si sus
determinaciones se agotaran en el momento del estar presentes, sino que se
plantea aquí la idea de que la percepción posee un carácter teleológico que
apunta a concluir con la cadena de determinaciones, aunque se la considere como
infinita. Este primer modo de concebir el horizonte de determinaciones es
posible comprenderlo como un horizonte
interno del objeto; por otra parte, y desde esta idea se comienza a
extender el análisis fenomenológico hacia capas más profundas, es posible
comprender un horizonte externo, en
el cual el objeto no se reduce a sus determinaciones, sino que entra en
relación con otros objetos que también lo determinan. La percepción implica que
esta no se encuentra parcelada en un solo objeto, sino que éste se encuentra
inserto en un campo intuitivo de trasfondo. Esto señala que, si bien el captar
un objeto significa el destacarlo de entre otros objetos situados en un fondo,
se presupone un horizonte externo de captaciones inactuales que resultan
comentadas en diferentes grados de actualidad, como objetos potencialmente
actualizables.
Vemos
de esta manera que el objeto comprende el punto final de la intención, su telos, y que además, comprende el doble
horizonte de determinaciones en tanto presentes como no-presentes. Sumado a
esto, podemos ver también que todos los predicados posibles son inseparables de
su objeto, en tanto X vacía, pero que sin embargo, no la definen completamente,
no la agotan del todo. Esto se extiende como vimos más arriba a la totalidad de
actos y no sólo a los actos simples como la percepción. “Por ello, la X vacía
constituye el momento último de identidad” de todo correlato noemático, sea
simple o fundado (IX, 480).”[9]
Ahora
bien, desde estas nociones fundamentales del análisis del nóema y su núcleo de
sentido, es necesario indicar ahora dos grandes dimensiones que engloban la
correlación nóesis-nóema, estos es, el del carácter tético y las maneras de
darse el objeto.
Las
vivencias intencionales tienen la característica fundamental de ser portadoras de
una creencia, o como Husserl denomina en Ideas: doxa o tesis, cuyo correlato en
el “carácter de ser”. En las Investigaciones
lógicas Husserl sostiene que los actos objetivantes se caracterizan por su
carácter posicional, es decir, que presuponen la existencia de aquello que mientan;
en la correlación, esto se traduce en la creencia noética y en el carácter de
ser del nóema, ambas se manifiestan como base original de las diversas
modificaciones posibles. Esta base se constituye de; la certeza de creencia
llamada protodoxa y el carácter de ser puro llamado proto-forma. De manera que
hay un nivel de modalidades téticas y correlativamente modalidades de ser.
Por
otra parte, de la distinción entre la protodoxa y su diferentes modalidades y
las modificaciones noemáticas, se desprenden otro grupo de de modificaciones. En
los parágrafos 103 en adelante, de Ideas
I, Husserl menciona la afirmación o asentimiento y por otro lado la
negación o el rechazo; desde la perspectiva de las nóesis, la negación se
caracteriza por alterar el carácter afirmativo de la creencia, y le corresponde
la función de tachar con un no las
diferentes posiciones tomadas; es decir, vuelve el ser en no-ser, lo posible en
imposible, etc. Añadido a esto, se suma la modificación de “neutralización” en
el cual las posiciones afirmativas o negativas quedan suspendidas, sin
inclinarse por ninguna de ellas. “Husserl señala que se trata de un “dejar indeciso”
(Dahingestellen-sein-lassen), cuyo
correlato noemático es el “tener como indeciso” (Dastehen-haben), tener como “meramente pensado.”[10]
La neutralización es el carácter propio de la suspensión del juicio entramado
en la actitud natural, el que se da en una operación noética neutralizante que
revela el correlato noemático neutralizado por ella; vale decir, de la
concepción de la trascendencia reducida. Nos encaminamos ahora a analizar
brevemente, las maneras de darse noemáticas.
En
efecto, así como se ha expuesto la estructura de sentido y los caracteres o
determinaciones de ser noemáticas, en la cual se presentaron principalmente las
expresiones objetivas de esta estructura, debemos adentrarnos concisamente en
precisar las características subjetivas que aquí se presentan; en el objeto “en
el cómo de sus maneras de darse”, pues estas modalidades de darse del objeto
constituyen otro nivel en el análisis del nóema completo.
Las
intuiciones pueden darse en la percepción, en el recuerdo, la imaginación, etc.
De estas modalidades noéticas se desprende su correlativa modificación
noemática, pues determinan grados de plenitud y de modos de presentación del
objeto. Así también, se ordenan paralelamente a los modos téticos, y remiten
todos a la forma originaria que es la percepción. La percepción en efecto, es
fundamental en este momento, pues presenta el objeto de manera corporal “en
carne y hueso” (leibhaftigkeit); es
decir, con el carácter de plenitud intuitiva. La síntesis que se produce entre
el sentido, que a su vez ha sido plenificado por la intuición en carne y hueso
constituye el fundamento del carácter de ser.
Por
otra parte, las modificaciones en los niveles atencionales determinan también
una estructura especial, que a su vez, se combina con todas las otras
modalidades de vivencia que hemos mencionado. Aquí juegan un papel elemental
las operaciones atencionales del yo puro,
en la medida que es él quien recorta e ilumina un objeto específico del fondo
objetivo; se da una relación entre un “dirigirse a” y correlativamente, un
“apartarse de”, determinando grados de actualidad e inactualidad de los objetos
organizados en el trasfondo. Estas modificaciones de la atención, señala
Husserl, no alteran el sentido del núcleo noemático, pero sí la vivencia. De
aquí se desprende la noción de “núcleo atencional” y el sentido en la modalidad
atencional. El rol de la atención es una condición fundamental para diversas
nóesis, relacionadas al cumplimiento de diversas actividades, por ejemplo, el resolver
problemas prácticos, deliberar una decisión, etc. Por ello, vemos que la
atención no se reduce a los actos
fundantes, sino que se extienden también a los actos fundados.
La
aprehensión es caracterizada así como una derivación de la captación, de modo
análogo a como un recuerdo es una forma derivada de la percepción. Y en virtud
de su importancia, Husserl reserva en Ideas
I el término “acto” para designar las vivencias intencionales en el modo de
la atención actual, esto es, de la conciencia explícita.[11]
Sumado
a esto, es patente destacar que los diferentes grados atencionales son
fundamentales para comprender un plano atendido y el trasfondo que ya
mencionamos; es decir, desde la perspectiva de la nóesis, se corresponde con un
objeto que ha sido tematizado de un modo específico y el trasfondo objetivo que
se constituye como el horizonte de determinaciones externo; se da aquí un
transitar de un estado a otro.
Podemos
definir un yo “en vigilia” como un yo que, dentro de la corriente de sus
vivencias, practica continuamente la conciencia en la forma específica del cogito; lo que no quiere decir,
naturalmente, que dé, ni pueda dar a estas vivencias constantemente, o en
general, una expresión predicativa. Hay también en efecto, sujetos-yos
animales. Pero a la esencia de la corriente de las vivencias de un yo en
vigilia es inherente, según lo arriba dicho, que la cadena de cogitationes que corre sin solución de
continuidad esté constantemente rodeada de un medio de inactualidad siempre
presto a pasar al modo de la actualidad, como, a la inversa, la actualidad a
inactualidad.
Por
último, la atención también se complementa con los modos de orientación del
sujeto. Sin embargo, en lo que respecta a Ideas
I, el trato que hace Husserl respecto a esta condición es bastante breve.
Husserl señala en efecto, que la proximidad del sujeto con el objeto respecto a
las formas de intuición, como también las perspectivas que en ellas se dan,
determinan modalidades en que el objeto se presenta al sujeto. De manera que
correlativamente, se dan también modalidades noemáticas. En lo que respecta a
la orientación, Husserl distingue las coordenadas del arriba, abajo, a los
lados, cercanía y lejanía con el objeto. Surge una noción que será mayormente
desarrollada en Ideas II que es la
del “cuerpo propio” que es el eje o polo de orientación; Así, la orientación
noética, determinada en este caso por el cuerpo propio, tiene por su parte una
correlación noemática propia. Rabanaque concluye aquí que el ser espacial surge
en una orientación específica, con lo que queda a la vez constituido un sistema
de coordenadas que permite la posibilidad para nuevas orientaciones y su
correlativo modo de aparición noemática.
Quedan
con esto, expuestas a grandes rasgos las ideas que Husserl desarrolló en el
período trascendental de su fenomenología. Fundamentalmente, ha sido
considerada la correlación noético-noemática, la cual surge una vez practicada
la reducción fenomenológica. Con ello, ha quedado ceñidamente establecida la
relación fundamental que en ella hay con la percepción; principalmente, la idea
de analizar la percepción y su objeto tal como se dan inmanentemente, sin los
presupuestos peculiares de la actitud natural, para que de este modo, se pueda
clarificar la íntima relación que hay entre el mundo y la conciencia de mundo. Concluimos
con una cita de Roberto Walton:
Así,
la actitud natural da por supuesto un mundo que sólo se puede tener y al que
sólo se puede acceder por las operaciones de la subjetividad, es decir, encubre
con un presupuesto ontológico la correlación entre el mundo y la conciencia de
mundo. No advierte que todo objeto debe tener su manifestación y legitimación
en la experiencia de la conciencia, y que, al margen de la correlación, no es
posible una afirmación racional sobre objetos. […] Y como todos los sentidos,
estos han debido tener también su génesis y por ende remiten al campo de la
experiencia trascendental como ámbito de su origen, es decir, quedan referidos
a la subjetividad o a la intersubjetividad trascendental que los ha constituido
en el marco de una historia de los sentidos.[12]
[1] Según la
expresión de Luis Román Rabanaque.
[2] Rabanaque, L.R.
Cuestiones en torno al nóema en: La fenomenología. Sus orígenes, desarrollo y
situación actual. Buenos Aires: Universidad Católica Argentina, 2009, p. 40
[3] Husserl, E. Ideas relativas a una fenomenología pura y
una filosofía fenomenológica. Trad. José Gaos. Madrid: FCE, 1993, §88, p.
213
[4] Rabanaque, L.R.
Cuestiones en torno al nóema. Op., cit., p. 41
[5] Husserl, E. Ideas
I, §89, p.216
[6] Ibíd., p.216
[7] Husserl, E. Investigaciones lógicas. Tomo II. Trad.
Manuel G. Morente y José Gaos. Madrid: Alianza, 1997, P. 522
[8] Rabanaque, L.R.
Cuestiones en torno al nóema., p, 45
[9] Citado por
Rabanaque, op, cit., p. 48
[10] Ibíd., p, 50
[11] Rabanaque,
L.R., op, cit., p, 55
[12] Walton, R. Husserl: Mundo, conciencia y temporalidad. Buenos Aires: Almagesto, 1993, p.
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